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Eurovision 2017: Un gallo, 5 puntos y últimos

Patética, ridícula, bochornosa... y tal vez me quede corto con los adjetivos que puedan calificar la actuación de España en Eurovisión de este año. Vale que Ucrania esté en guerra con los rusos y le hayan vetado a la representante rusa, pero lo del catalán Manel Navarro en Kiev es como para que Rajoy se encuentre encima de su mesa una declaración de guerra en toda regla de los ucranianos tras el penoso espectáculo que se ha podido ver en tierras ucranianas... y encima perpetrado por un catalán. Si nos tenían poca inquina, de esta o nos meten la Brunete por la Diagonal, o nos dan la independencia ipso-facto.

La canción "Do it for your lover", mala con avaricia usurera, ha quedado última con 5 míseros puntos. No ha sido el cero absoluto (honor que ostenta Remedios Amaya con "Quién maneja mi barca"), pero en una edición en que se repartían más puntos que los que reparte el DIA al cabo del año (jurado y televoto votaban por separado), 5 puntos es más indigno si cabe.

La canción, que puede ser perfectamente la sintonía mala de una cerveza de tercera, estaba interpretada por un grupo que parecía ser un grupo de amiguetes que se van a la playa a tocar la guitarra y a fumarse sus porretes. El gallo más grande que el gallo Claudio que se ha marcado Manel Navarro, ya ha asustado definitivamente a todos sus potenciales votantes, llegando al caso de que no le ha dado puntos ni tan solo Portugal... y cuando se llega a estos niveles, la hostia que se presagiaba tenía que ser de órdago y, así ha sido: el 26º. ¡Ole tú, chaval!

Conforme iban avanzando las puntuaciones de los jurados y en viendo que España no rascaba un punto, Iñigo y Luisa Varela han decido no hacer ni un comentario sobre la situación, y si bien en el furgón de cola se iban aguantado a cero con la representante alemana (pesa demasiado ser del Big Five, ver Eurovisión 2016: el handicap de ser del Big Five), unos ínclitos 3 puntos otorgados a traición ha dejado a los alemanes por encima. España pasaba a ser el peor de los 26 y a pesar de eso... mutis por el foro. Es de suponer que la vergüenza ajena ha podido con los presentadores. Con todo, el colmo ha llegado con el hecho de ni tan sólo hacer la tertulia final post-concurso. Colofón final a un auténtico despropósito al que, por desgracia estamos demasiado acostumbrados.

¿Y el concurso? Aunque parezca mentira, el resto de países también ha participado, si bien este año ha sido un tanto extraño, ya que, al contrario de otros años, no han habido canciones que destacaran excesivamente. La tendencia a hacer un espectáculo para agradar al público LGTBI (grandes votadores del concurso) a base de tíos buenorros y de tías  macizorras, ha hecho que los participantes fueran excesivamente parecidos (Suecia, Chipre, Austria e Israel eran intercambiables entre sí), por lo que el representante portugués -Salvador Sobral- con una balada con alma de fado, bastante ñoña para mi gusto, ha resaltado lo suficiente como para llevarse de calle el festival con 758 puntos por encima del representante búlgaro (615).

Personalmente, creía que Suecia (5º), junto con Gran Bretaña (15º) e Israel (23º) estarían por la banda alta, y aunque la discotequera canción "Hey Mamma!" de los moldavos Sunstroke Project me gustaba, no creía que fuera a estar muy arriba. Curiosamente, así ha sido durante las votaciones de los jurados, aunque con el televoto se ha remontado hasta la 3ª posición. Bien por ellos.

Destacable también el representante croata, Jacques Houdek, un émulo de Pavarotti que, con doble personalidad, cantaba tanto en falsete como en tenor una canción que parecía ser de Frozen; el cantante húngaro de etnia gitana, Joci Papái, que ha cantado una pieza muy sentimental y étnica pero que no ha enganchado al personal; el Adriano Celentano payasete del representante italiano, y la pareja rumana, que a base de gorgorito tirolés un tanto estridente y cansino, ha conseguido hasta la 7ª posición. Australia, con Isaiah -un joven cantante aborigen- y una canción melódica muy sentida, ha dado el punto exótico a una edición que no pasará a la historia por su calidad o por sus grandes "hits".

...excepto por el tremendísimo gallo de Manel Navarro, claro está.


¡Ole tú, chaval! ¡Ole tú!

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