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La acidificación, la peligrosa osteoporosis oceánica

Acidez marina
Acidez marina
Uno de los efectos secundarios que tiene la emisión descontrolada de gases de efecto invernadero a la atmósfera es lo que se ha dado a llamar como calentamiento global. Este incómodo problema, debido a su gravedad e insospechada afectación a corto y largo plazo para la vida humana (ver La terrible paradoja del Efecto Ártico) ha sido -y es- noticia continuamente, por lo que, es conocido de todo el mundo. Sin embargo, este calentamiento global, a parte deshacer los glaciares y convertir los inviernos en veranos de baja intensidad, está teniendo una inesperada secuela que está afectando directamente a la fauna marina: la acidificación de los mares.

Gases contaminantes
Gases contaminantes
Es un hecho que nuestro planeta, más que llamarse Tierra, tendría que llamarse Agua, debido a que la superficie de los mares ocupa la nada despreciable cifra del 70,8% de la superficie terrestre. Contradicciones nominales a parte, la superficie del océano cumple una función muy importante como regulador del clima a nivel planetario, al absorber parte de la energía que recibe del Sol y redistribuyéndola por medio de las corrientes marinas (ver Réquiem por un mar: El pavoroso desastre ecológico del Mar de Aral). No obstante, uno de los papeles más importantes para con el medio ambiente mundial es el hecho de que los mares son capaces de absorber gases que existen en la atmósfera y, entre ellos, el dióxido de carbono. Y aquí se inicia el problema.

Mapa de la acidificación
Mapa de la acidificación
Uno de los "culpables" de que, a pesar de la barbaridad de CO2 que hemos emitido a la atmósfera durante los últimos 200 años, aún no nos hayamos convertido en una sauna intergaláctica, son justamente los océanos. La gran superficie de contacto que existe entre el agua y la atmósfera ha hecho que esta masa acuosa haya sido capaz de absorber el 40% del dióxido de carbono emitido por la humanidad hasta la actualidad. Pero, como todo en la vida, nada es gratuito, y si hasta ahora nos hemos visto beneficiados por esta capacidad de disolución de nuestros desechos gaseosos, los efectos de lanzar tanta mierda al aire se están comenzando a reflejar en el mar.

Ciclo del CO2
Ciclo del CO2
El agua marina, en circunstancias normales, se mantiene en un estable equilibrio químico, pero cuando absorbe CO2 atmosférico este equilibrio se rompe, por lo que parte de este dióxido de carbono reacciona con el agua generando ácido carbónico (H2CO3) y bicarbonatos (HCO3). Ello implica que se liberen iones de hidrógeno que, al estar disueltos, aumentan la acidez, a la vez que hace disminuir la cantidad de oxígeno del agua del océano.

Huevos de calamar afectados (c1,c2)
Huevos de calamar afectados (c1,c2)
Los científicos consideran que desde 1751 hasta la actualidad, el pH global de los océanos ha pasado de ser 8,25 a 8,14. Tal vez pueda parecer poco, pero este descenso mundial significa que mientras que hay zonas que no se ven perjudicadas, hay otras que se están convirtiendo en auténticas vinagretas, afectando seriamente a la fauna marina.

Comparación (izq, en agua ácida)
Comparación (izq, en agua ácida)
Gran cantidad de seres vivos acuáticos aprovechan el CO2 en disolución para construir sus esqueletos y conchas en calcita o aragonito. Este incremento de la acidez provoca que los organismos tengan más dificultades de las deseadas para poder crear sus estructuras, causando malformaciones y debilidades -al estilo de la osteoporosis- que les impiden desarrollarse debidamente. A un atún o una merluza, tal vez no afecte mucho en relación a su tamaño, pero la base de la cadena trófica de los mares está formada por plancton de mariscos y moluscos, los cuales están siendo seriamente dañados, afectando de rebote a la disposición de alimento de las especies marinas que se alimentan de ellos, incluido el ser humano.

Las ostras se ven afectadas
Las ostras se ven afectadas
Sin ir más lejos, los criaderos de ostras del Atlántico Norte -una de las zonas más afectadas por la acidez- se están encontrando con que las larvas mueren a mansalva, poniendo en serio peligro sus explotaciones debido a los paupérrimos desarrollos, alta mortalidad e incremento de costes por los tratamientos para aumentar la alcalinidad de las aguas marinas que utilizan. Pero los perjuicios no acaban aquí.

Las conchas se disuelven
Las conchas se disuelven
Los corales se ven imposibilitados de crear sus escudos calcáreos, los calamares no pueden formar sus plumas ni huevos, los mariscos, caracoles y moluscos no pueden crear sus caparazones e incluso la acidez llega a afectar los instintos de defensa de los peces de los corales, provocando una gran pérdida de biodiversidad que puede afectar a los -cada vez más pequeños- grandes bancos de peces que se explotan comercialmente (ver El bacalao y la estúpida historia de su sobrepesca). La debacle.

Los corales acaban por morir
Los corales acaban por morir
Los científicos estiman que la acidez actual de los océanos no ha tenido parangón en los últimos 800.000 años y que hemos de retroceder hasta hace 55 millones de años (en el tránsito Paleoceno-Eoceno) para encontrar una situación similar, lo cual nos da una imagen clara de la gravedad del problema. Un problema que, de seguir el ritmo actual, puede convertir los océanos a finales del s. XXI en un auténtico desierto.

En definitiva, un problema muy grave a nivel mundial que no puede ser solucionado a corto plazo por acciones sencillas. Tan solo el consenso global para la reducción drástica de emisiones de CO2, el aumento de las fuentes de energía limpia y la concienciación de la conservación del medio ambiente pueden hacer que minimicemos los daños que inconscientemente llevamos más de 200 años produciendo a esta nuestra -por ahora única- casa.


Una insensatez que está pasando factura

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