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El pozo superprofundo de Kola, 12 kms de entrada al infierno

Pozo superprofundo de Kola (1974)
El desarrollo tecnológico de la humanidad, si algo ha tenido, ha sido la capacidad de reducir las distancias que nos separan de cualquier punto del universo. Hasta hace no mucho tiempo recorrer unos cientos de kilómetros era una auténtica proeza y ahora nos estamos planteando poner el pie en Marte, que está a unos 60 millones de kilómetros. Estos avances han llevado al hombre a alcanzar todos los límites del mundo a su alcance; han permitido subir a la montaña más alta, bajar al océano más profundo, llegar a la Luna e, incluso, enviar una nave que salga más allá del Sistema Solar. En esta escala de distancias inmensas, una distancia como la que separa Barcelona de Sant Boi o Madrid de Getafe parecería un paseo de domingo por la tarde, si no fuera porque, ésta mísera distancia, no ha podido ser superada por ningún artilugio humano en una dirección: hacia abajo.

Península de Kola
Resulta paradójico que habiendo sido capaces de ir hasta la Luna, no hayamos sido capaces de profundizar bajo la corteza terrestre más que unos pocos miles de metros, haciendo bueno el dicho de que es más fácil mirar las estrellas que mirar hacia nosotros mismos. Sea como sea, el record de profundidad bajo la corteza terrestre fue conseguido por los rusos en 1989 en un pozo situado en la península de Kola con una profundidad de 12.262 m.

Este pozo, iniciado en 1970, coincidiendo con el centenario del nacimiento de Lenin, está situado en la península Escandinava, cerca de la frontera con Noruega y Finlandia, siendo proyectado para estudiar la estructura de la corteza terrestre en esta zona del planeta, aunque más bien fue un episodio más de la Guerra Fría

Edificio de perforación (2007)
Los americanos, en 1957 habían puesto en marcha el Proyecto Mohole, un pozo por el cual alcanzar la discontinuidad de Mohorovicic (linea de separación entre la corteza terrestre y el manto) atravesando la corteza oceánica del Golfo de México, pero que había sido abandonado por falta de presupuesto en 1966 después de horadar unos 600 metros por debajo del lecho marino. Los soviéticos, en plena carrera espacial con Estados Unidos, decidieron que ellos iban a ser mejores (y más guapos), y decidieron igualar y superar la marca de los yanquis, pero, más chulos que nadie, en tierra firme, donde la corteza continental es más gruesa. Su objetivo era llegar a los 15.000 metros.

Trabajadores  perforando
El proyecto ruso se diferenciaba del americano por el hecho de que el llevado a cabo por los yanquis estaba englobado en el desarrollo de las tecnologías de perforado petrolífero y gasista. El soviético, sin embargo, era única y exclusivamente de investigación geológica, por lo que el sistema a utilizar para profundizar en la tierra no estaba limitado a la técnica petrolífera, sino que pudieron innovar libremente para conseguir avanzar en la roca, al contrario de los americanos. A pesar de esta ventaja, los problemas técnicos fueron tremendos.

Celebrando los 11000 m (1983)
Los rusos, en 1979 habían superado los 9.500 metros de profundidad, y en 1984, habían llegado a los 12.000 metros. Sin embargo, la energía que se tiene que hacer para que una broca de 12 kilómetros gire, hizo que un fragmento de 5 km se retorciera sobre sí mismo haciendo imposible su avance. Ello obligó a un parón y a reanudar las obras a partir de la cota 7.000 haciendo un nuevo agujero a partir de ahí. Los ingenieros rusos idearon entonces un sistema en que el mismo barro utilizado para lubricar la cabeza hiciera mover tan solo la punta de la barrena, evitando que se tuviera que hacer girar todo el resto de la columna de tubos. De esta forma, en 1989 se alcanzó el récord de profundidad, estableciéndose en los 12.262 metros antes citados.

Estructura de la corteza
La idea del proyecto era llegar en 1990 a los 13.500 m y en 1993 a los 15.000, pero los problemas presupuestarios se sumaron a los problemas técnicos derivados del hecho de una nueva rotura en la columna perforadora y que la geología, a aquellas profundidades funcionaba muy diferente de lo esperado, hicieron cesar la perforación. Por un lado, los geólogos esperaban que a aquellas profundidades, en mor del gradiente térmico, la piedra estuviera a unos 100º, cuando se la encontraron a 220ºC; por el otro se esperaban una roca metamórfica seca y compacta, cuando se la encontraron totalmente agrietada y llena de agua (H2O) y de dihidrógeno (H2). Todo ello hacía que la roca, a 12 km bajo la superficie actuase como una plastilina, lo cual dificultaba enormemente el avance y encarecía aún más el proyecto, y más si tenemos en cuenta que el Estado ruso había dejado de invertir económicamente en él. De esta forma se abandonó la perforación y en 2008 se desmanteló toda la infraestructura existente.

Instalaciones desmanteladas (2012)
La perforación fue un éxito a nivel científico debido a los conocimientos adquiridos del estudio in situ de la geología de la zona del Escudo Escandinavo. Sin embargo, el pozo superprofundo de Kola fue protagonista de otra historia que acabó degenerando en una auténtica leyenda urbana.

Muestras extraídas de la perforación
Hacia los 12.000 metros, los geófonos utilizados para detectar las vibraciones en una serie de longitudes de ondas concretas (entre 10 y 20 khz y entre 20 khz y 2 mhz) determinaron un ruido extraño y una posterior explosión que nunca volvió a ser escuchado. Los geólogos rusos no supieron explicar qué era lo que había pasado, más que nada porque a parte de esos sonidos, ellos no habían detectado nada extraño. Este desconocimiento reconocido hizo correr ríos de tinta cuando empezó a transmitirse el bulo de que se habían escuchado ruidos del infierno, con gemidos y gritos humanos en su interior de los pobres humanos quemándose por toda la eternidad en las calderas de Pedro Botero

Corona utilizada en la perforación
El bulo ya llegó al estatus de obra maestra de la rumorología cuando llegó a decirse que a 13.000 metros de profundidad los geólogos habían encontrado un hueco con una temperatura de 1.000 ºC y que del pozo -esta vez ubicado en Siberia- había salido un ser con alas de murciélago y había escrito en el cielo "¡he vencido!". El director del proyecto, el geólogo ruso David Myronovich, constantemente interrogado por los tabloides sensacionalistas por el rumor, acabó por enviar a los periodistas a un sitio poco decoroso, aunque reconoció que, como científico honesto, el asunto del ruido y la extraña explosión fueron totalmente reales.

Metabasalto (6.238 m prof)
El conocimiento de la Tierra, por mucho que hayamos sido capaces de llevar un cacharro a la otra punta del universo, se encuentra todavía en pañales. Conocemos mucho más lo que hay sobre nuestras cabezas que lo que hay bajo nuestros pies, olvidando totalmente que formamos parte de un planeta del cual desconocemos más que lo que conocemos. El pozo superprofundo de Kola, a pesar de llevarnos tan solo a 12 kms de la superficie se revela ante nosotros como un auténtico misterio inquietante y tenebroso, reflejo de unos temores propios que nos llevan a buscar más allá de los planetas aquello que ni nos atrevemos, ni queremos ver, en nosotros mismos.


Boca sellada del pozo más profundo del mundo

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